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Resumen del libro

Conducción del niño

Elena White

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CAPÍTULO 1. LA IMPORTANCIA DEL HOGAR COMO ESCUELA

 

En el hogar es donde ha de empezar la educación del niño. Allí está su primera escuela. Allí, con sus padres como maestros, debe aprender las lecciones que han de guiarlo a través de la vida: lecciones de respeto, obediencia, reverencia, dominio propio.

 

Padres, recordad que vuestro hogar es una escuela en la cual vuestros hijos han de ser preparados para las moradas de arriba. Negadles todas las cosas antes que la educación que deberían recibir en sus primeros años. No les permitáis manifestar su enojo. Enseñadles a ser bondadosos y pacientes. Enseñadles a ser considerados con otros. Así los prepararéis para un ministerio superior en las cosas de la religión.

 

Mediante el empleo de figuras y símbolos, las lecciones dadas eran ilustradas y grabadas así en la memoria más firmemente. Por medio de ese conjunto de imágenes animadas, el niño era, casi desde los primeros años, iniciado en los misterios, la sabiduría y las esperanzas de sus padres y encauzado en una manera de pensar, sentir y prever que alcanzaba más allá de lo visible y transitorio: hasta lo invisible y eterno.

 

CAPÍTULO 2.

 

Los padres y las madres deben comprender su responsabilidad. El mundo está lleno de trampas para los jóvenes. Muchísimos son atraídos por una vida de placeres egoístas y sensuales. No pueden discernir los peligros ocultos o el fin temible de la senda que a ellos les parece camino de la felicidad. Cediendo a sus apetitos y pasiones, malgastan sus energías, y millones quedan perdidos para este mundo y para el venidero.

 

Los padres no deberían considerar livianamente la obra de educar a sus hijos, ni descuidaría por ningún motivo. Deberían emplear mucho tiempo estudiando cuidadosamente las leyes que regulan nuestro organismo. Debería hacer su primer objetivo  el conocer cabalmente la manera debida de tratar con sus hijos, a fin de proporcionarles mentes y cuerpos sanos.

 

Cristo no le pidió a su Padre que retirara a los discípulos del mundo, sino que los guardara del mal en el mundo para protegerlos de caer en las tentaciones que encontrarían en todas partes. Los padres y las madres deberían ofrecer esta misma oración en favor de sus hijos. ¿Pero han de rogar a Dios y luego dejar que sus hijos hagan como les plazca? Dios no puede proteger del mal a los hijos si los padres no colaboran con él. Los progenitores deben realizar su obra valiente y gozosamente, manifestando un esfuerzo

 

 

CAPÍTULO 3.

 

Los padres envían a sus hijos a la escuela y cuando han hecho esto, piensan que ya los han educado. Pero la educación es una cuestión más amplia de lo que muchos comprenden: abarca todo el proceso mediante el cual el niño es instruido desde el nacimiento a la segunda infancia, de la segunda infancia a la juventud, y de la juventud a la adultez. Tan pronto como un niño es capaz de formar una idea, debería comenzar su educación

 

La preparación precoz de los niños es un tema que debería estudiarse cuidadosamente. Necesitamos convertir el tema de la educación de nuestros hijos en una preocupación, porque su salvación depende mayormente de la educación que se les imparte en la niñez. Los padres y guardianes deben mantener pureza en el corazón y en la vida, si desean que sus hijos sean puros. Como padres y madres, deberíamos educarnos y disciplinarnos. Luego como maestros del hogar, podremos formar a nuestros hijos, preparándolos para la herencia inmortal

 

El primer hijo debería ser educado especialmente con mucho cuidado, porque él educará al resto. Los niños crecen de acuerdo con la influencia de los que los rodean. Si son manejados por aquellos que son ruidosos y turbulentos, ellos también se convierten en ruidosos y casi insoportables

 

 

 

CAPÍTULO 4. LOS MÉTODOS DE ENSEÑANZA

 

Pocos comprenden el efecto de los modales suaves pero firmes, aun en el cuidado de un bebé. La madre irritable e impaciente crea mal humor en el niño que tiene en sus brazos, mientras que los modales suaves tienden a aquietar la nerviosidad del pequeño.

 

Los padres y las madres tienen a su cargo la obra especial de enseñar a sus hijos con bondad y afecto. Deben demostrar que como padres son los que sujetan las riendas, que gobiernan, y que no son gobernados por sus hijos. Deben enseñar que de cada uno se requiere obediencia

 

Madres, dejad a los pequeñuelos jugar al aire libre; dejadlos escuchar los cantos de las aves, y aprender del amor de Dios según se expresa en sus hermosas obras. Enseñadles lecciones sencillas del libro de la naturaleza y de las cosas que los rodean; y a medida que sus mentes se expandan podrán añadirse las lecciones de los libros, y grabarse firmemente en su memoria (Id., pág. 112).

 

CAPÍTULO 5. LA BIBLIA COMO TEXTO

 

Una madurez noble y bien encuadrada no viene por casualidad. Es el resultado del proceso modelador de la edificación del carácter en los primeros años de la juventud, y de la práctica de la ley de Dios en el hogar. Dios bendecirá los esfuerzos fieles de todos los que enseñen a sus hijos de acuerdo con sus instrucciones

 

Solamente la sensación de la presencia de Dios puede desvanecer el temor que, para el niño tímido, haría de la vida una carga. Grabe él en su memoria la promesa: "Asienta campamento el ángel de Jehová en derredor de los que le temen, y los defiende" (Sal. 34: 7).

 

Enseñad a vuestros hijos que los mandamientos de Dios deben constituir la regla de su vida. Puede ser que las circunstancias los alejen de sus padres y sus hogares, pero las lecciones de instrucción dadas en la niñez y la juventud les serán una bendición durante toda su

 

CAPÍTULO 6. EL LIBRO DE LA NATURALEZA

 

Para el niñito que aún no es capaz de aprender lo que se enseña por medio de la página impresa o de ser iniciado en la rutina del aula, la naturaleza presenta una fuente infalible de instrucción y deleite. El corazón que aún no ha sido endurecido por el contacto con el mal, es perspicaz para reconocer la Presencia que penetra todas las cosas creadas.

 

Debería animarse a los niños a buscar en la naturaleza los objetos que ilustran las enseñanzas bíblicas y rastrear en la Biblia los símiles sacados de la naturaleza. Deberían buscar, tanto en la naturaleza como en la Sagrada Escritura, todos los objetos que representan a Cristo, como también los que él empleó para ilustrar la verdad.

 

Los padres pueden hacer mucho al relacionar a sus hijos con Dios animándolos a amar las cosas de la naturaleza que él les ha dado, y a reconocer la mano del Dador en todo lo que reciben. El suelo del corazón puede ser preparado así para recibir las preciosas semillas de la verdad, las cuales a su debido tiempo brotarán y llevarán una rica

 

CAPÍTULO 7. LECCIONES PRÁCTICAS DEL LIBRO DE LA NATURALEZA

 

Las madres no deberían recargarse tanto con actividades y preocupaciones que no les quede tiempo para educar a sus hijos con ayuda del gran libro de la naturaleza, impresionando su tierna mente con las bellezas que contienen los pimpollos y las flores

 

El mismo poder que sostiene la naturaleza, obra también en el hombre. Las mismas grandes leyes que guían igualmente a la estrella y al átomo, rigen la vida humana. Las leyes que gobiernan la acción del corazón para regular la salida de la corriente de vida al cuerpo, son las leyes de la poderosa Inteligencia que tiene la jurisdicción del alma. De esa Inteligencia procede toda la vida. Únicamente en armonía con ella se puede hallar su verdadera esfera de acción

No solamente hemos de hablar al niño de estas criaturas de Dios. Los mismos animales deben ser sus maestros. Las hormigas enseñan lecciones de trabajo paciente, de perseverancia para vencer los obstáculos, de previsión para el futuro. Los pájaros son maestros de la dulce lección de la confianza. Nuestro Padre celestial hace provisión para ellos, pero ellos deben buscar alimento, construir sus nidos y criar a sus hijos. Constantemente están expuestos a los enemigos que tratan de destruirlos y, sin embargo, ¡con qué ánimo hacen el trabajo! ¡Cuán gozosos son sus cantos!

 

CAPITULO 8 - MAESTROS DEBIDAMENTE PREPARADOS

 

Aquellos a quienes se confía el cuidado del niñito ignoran a menudo sus necesidades físicas; poco saben de las leyes de la salud o los principios del desarrollo. Tampoco están mejor preparados para atender su crecimiento mental y espiritual. Pueden poseer cualidades para actuar en los negocios o brillar en sociedad; pueden haber hecho progresos en la literatura y la ciencia; pero poco saben de la educación de un niño.

 

Antes de cargar con las posibilidades de la paternidad y la maternidad, los hombres y las mujeres deberían familiarizarse con las leyes del desarrollo físico: con la fisiología y la higiene, con la relación de las influencias prenatales, con las leyes que rigen la herencia, la salud, el vestido, el ejercicio, y el tratamiento de las enfermedades; deberían comprender también las leyes del desarrollo mental y de la educación moral.

 

A veces el corazón puede estar listo para desfallecer; pero una clara comprensión de los peligros que amenazan la felicidad presente futura de sus amados debería inducir a cada padre cristiano a buscar más fervientemente la ayuda de la Fuente de la fortaleza y la sabiduría  para los Maestros.

 

CAPÍTULO 9. UN LLAMAMIENTO A LA SUPERACIÓN

 

El trabajo de la madre es de tal naturaleza que exige continuo progreso en su propia vida, a fin de poder conducir a sus hijos hacia realizaciones más elevadas. Pero Satanás traza sus planes para asegurarse las almas de los padres y los hijos. Las madres son alejadas de sus deberes del hogar y de la cuidadosa atención de sus pequeños, para servir al yo y al mundo

 

Las madres, por encima de todos los demás, deberían acostumbrarse a pensar e investigar si quieren progresar en sabiduría y eficiencia. Las que perseveren en esta conducta, pronto advertirán que se está capacitando en lo que antes eran deficientes; están aprendiendo a formar correctamente los caracteres de sus hijos.

 

Muchos padres sostienen que, tienen mucho que hacer de modo que no les queda tiempo para cultivar su mente, educar a sus hijos para la vida práctica, o para enseñarles cómo pueden llegar a ser corderos del rebaño de Cristo

 

 

 

CAPÍTULO 10. LA CLAVE DE LA FELICIDAD Y EL ÉXITO

 

La desobediencia y la transgresión siempre constituyen una gran ofensa contra Dios. La infidelidad en lo que es más pequeño, pronto, si no se la corrige, conduce a la transgresión en lo que es grande. No es la grandeza de la desobediencia, sino la desobediencia en sí misma lo que constituye un crimen

 

Los padres tienen el deber sagrado de conducir a sus hijos por las sendas de una estricta obediencia. La verdadera felicidad en esta vida y en la vida futura dependen de la obediencia a un "así dice Jehová". Padres, permitid que la vida de Cristo sea el modelo. Satanás ideará todo medio posible para destruir esta elevada norma de piedad como si fuera demasiado estricta. Vuestra obra consiste en impresionar a vuestros hijos en sus tiernos años con el pensamiento de que han sido formados a la imagen de Dios.

 

Dios anhela derramar sobre hombres y mujeres la rica corriente de su amor. Anhela verlos deleitándose en hacer su voluntad, empleando en su servicio hasta la menor partícula de las facultades que les ha confiado, enseñando a todos los que se relacionan con ellos que la manera de ser considerados como justos por amor de Cristo consiste en obedecer la ley.

 

 

 

 

CAPÍTULO 11. ENSEÑADO DESDE LA INFANCIA

 

Algunos padres piensan que pueden dejar a sus pequeños que hagan como les plazca en su infancia y que cuando sean mayores podrán razonar con ellos, pero esto es un error. Comenzad en la infancia a enseñar la obediencia

 

Nunca debe permitírseles que manifiesten falta de respeto hacia sus padres. Nunca la terquedad se debe dejar sin reprensión. El futuro bienestar del niño requiere una disciplina bondadosa, amante, pero firme.

 

Que los padres y los maestros impriman en la mente de los niños la verdad de que el Señor los está probando en esta vida, para ver si lo obedecerán con amor y reverencia. Aquellos que no quieren obedecer a Cristo aquí, no lo obedecerían en el mundo eterno.

 

CAPÍTULO 12. LA OBEDIENCIA DEBE CONVERTIRSE EN UN HÁBITO

 

La primera preocupación de los padres debería ser establecer un buen gobierno en la familia. La palabra de los padres debería ser ley, y excluir toda disculpa o evasiva. Los niños, desde su misma infancia, deberían ser enseñados a obedecer implícitamente a sus padres.

 

Cuando los padres dejan de requerir una obediencia rápida y perfecta de sus hijos, fracasan en colocar el debido fundamento del carácter en sus pequeños. Preparan a sus hijos para deshonrarlos cuando sean mayores, y llenarán de tristeza su corazón cuando se acerquen a la tumba

 

Los niños deben aprender a obedecer en el gobierno de la familia. Deben formar un carácter simétrico que Dios pueda aprobar, manteniendo la vigencia de la ley en la vida doméstica. Los padres cristianos han de educar a sus hijos para que obedezcan la ley de Dios

 

CAPÍTULO 13. EL DOMINIO PROPIO

 

Los pequeños, antes de un año de edad, escuchan y entienden lo que se habla con referencia a ellos mismos, y saben hasta qué punto se les permite hacer su voluntad. Madres, deberíais enseñar a vuestros hijos para que cedan a vuestros deseos.

 

Una lección preciosa que la madre necesita repetir una vez tras otra es que el niño no debe gobernar; él no es el amo, sino que son la voluntad y los deseos de la madre los que han de imponerse. Así se les enseña dominio propio. No les deis ninguna cosa que pidan llorando, aun cuando vuestro corazón compasivo desee mucho complacerlos; porque si una vez ganan la victoria incesante el llanto, esperarán hacerlo una vez más.

 

El mal genio del niño debería dominarse tan pronto como sea posible; porque cuanto más se descuide este deber, tanto más difícil será realizarlo. Los niños de temperamento irritable y colérico necesitan el cuidado especial de sus padres. Debe tratárselos en forma particularmente bondadosa pero firme.

 

CAPÍTULO 14. TRANQUILIDAD, RESPETO Y REVERENCIA

 

Padres y madres, enseñad a vuestros hijos que deben subordinarse a la ley. No les permitáis pensar que porque son niños, tienen el privilegio de hacer todo el ruido que les plazca en el hogar. Deben establecerse normas sabias y ponerse en vigencia para que la belleza de la vida del hogar no sea malograda

 

La madre debe gobernar sabiamente su casa, en la dignidad de su maternidad. Su influencia en el hogar ha de ser suprema; su palabra, ley. Si ella es cristiana, bajo la dirección de Dios, conquistará el respeto de sus hijos.

 

El Señor desea que comprendamos que debemos colocar a nuestros hijos en la correcta relación con el mundo, la iglesia y la familia. Su relación con la familia es el primer punto a considerarse. Enseñémosles a ser corteses unos con otros, y corteses con Dios

CAPÍTULO 15. CUIDADO EN EL MANEJO DE LA PROPIEDAD

 

Algunos padres permiten que sus hijos sean destructores, que utilicen como juguetes objetos que no tienen derecho de tocar. Debería enseñárseles a los niños que no deben manejar las pertenencias de los demás.

 

Los niños no  son más felices cuando se les permite manejar todo lo que ven. Si no se los educa para que sean cuidadosos, crecerán con rasgos de carácter desagradables y destructivos.

 

No les dé a los niños juguetes que se rompan fácilmente. Hacer esto es enseñarles lecciones en el arte de destruir. Dénseles juguetes que sean fuertes y durables

CAPÍTULO 16. LOS PRINCIPIOS DE LA SALUD

 

Desde los primeros asomos de razón, la mente humana debería aprender a conocer el organismo humano. En esto Jehová ha dado una muestra de sí mismo, porque el hombre fue hecho a la imagen de Dios

 

Es mucho más fácil dar la preparación física, el desarrollo del cuerpo, que impartir la preparación espiritual. La pieza de los niños, el terreno de juego, el taller, la siembra de la semilla y la recolección de la mies, todas estas cosas proporcionan educación física.

 

A una edad temprana, mediante una instrucción paciente, pueden llegar a comprender que deben obedecer las leyes que gobiernan su ser si quieren estar libres del dolor y la enfermedad.

 

 

 

CAPÍTULO 17. LA LIMPIEZA

 

La falta de limpieza en el hogar es un grave error porque tiene una gran influencia deformadora en la persona. Aun en la infancia, deberían dirigirse correctamente la mente, y los hábitos de los niños. Mostradles que la falta de limpieza, sea en el cuerpo o el vestido, es desagradable para Dios.

 

Los niños y las niñas de la familia deberían sentir que forman parte de la empresa del hogar. Deberían esforzarse por tener los alrededores limpios de toda cosa desagradable.

 

La limpieza el orden son deberes del cristiano, y sin embargo estas cosas pueden llevarse demasiado lejos y convertirse en lo único esencial, mientras se descuidan otros asuntos de mayor importancia de la ley: la justicia, la misericordia y el amor de Dios

CAPÍTULO 18. PULCRITUD, ORDEN Y REGULARIDAD

 

Recordad que en el cielo no hay desorden, y que vuestro hogar debería ser un cielo aquí en la tierra. Recordad que al cumplir fielmente todos los días las cosas pequeñas del hogar, estáis trabajando juntos por Dios, perfeccionando un carácter cristiano

 

El amor de Dios debería expresarse en la familia mediante el amor a nuestros hijos. El amor genuino no conducirá al desorden y la suciedad, porque éste sea el camino más fácil; sino que por el ejemplo puro establecido ante sus hijos por los padres, por la firmeza amante pero inflexible en cultivar hábitos de trabajo, los educarán según estas normas.

 

¡Cuán difundido está el hábito de convertir al día en noche y a la noche en día! Muchos jóvenes duermen profundamente en la mañana, cuando deberían levantarse con los primeros pájaros que cantan al amanecer, y estar activos cuando toda la naturaleza está despierta

 

CAPÍTULO 19. LA PUREZA

 

Los niños que en el hogar adquieren hábitos de obediencia y de dominio propio, tendrían poca dificultad en su vida escolar, y escaparán a muchas de las tentaciones que asedian a los jóvenes.

 

El hogar debe mantenerse puro y limpio. Los rincones descuidados y sucios de la casa tenderán a formar rincones impuros y descuidados en el alma.

 

Padres, si falláis en dar a vuestros hijos la educación que Dios ha hecho vuestro deber darles, tendréis que rendirle cuenta por los resultados.

 

 

 

 

CAPÍTULO 20. UTILIDAD

 

Haced agradable la vida de vuestros hijos, y al mismo tiempo enseñadles a ser obedientes y útiles, cumpliendo pequeñas responsabilidades mientras vosotros lleváis los más grandes. Educadlos en hábitos de trabajo para que el enemigo no convierta su mente en taller del mal.

 

Si los niños aprendieran a considerar las tareas domésticas más humildes como el deber que Dios les ha señalado, como una escuela en la cual han de aprender a prestar un servicio fiel y eficiente, cuanto más placentero y honroso les resultaría su trabajo.

CAPÍTULO 21. LABORIOSIDAD

 

Hay indecible, valor en la laboriosidad. Enséñese a los niños a hacer algo útil. Los padres necesitan sabiduría más que humana para comprender cómo educar mejor a sus hijos para una vida feliz y útil aquí, y un servicio superior y un gozo mayor en la otra vida

 

Desde la infancia, debería enseñarse a los niños que realicen las cosas que se adecúan a su edad y capacidad. Los padres deberían animar a sus hijos a ser más independientes. Serios problemas han de verse muy pronto en la tierra, y los niños deberían ser preparados de modo que sean capaces para hacerles frente.

 

Los padres que aman a sus hijos de una manera sensata, no les permitirán desarrollarse con hábitos de pereza y en la ignorancia de cómo se realizan los deberes domésticos. La ignorancia no es aceptable para Dios, y es desfavorable para la ejecución de su obra

 

CAPÍTULO 22. La Diligencia y la Perseverancia

 

Muchos niños, por falta de palabras de ánimo y un poco de ayuda en sus esfuerzos, se desalientan y cambian de una cosa a otra. Y llevan con ellos este triste defecto a la vida madura. Nunca logran convertir en éxito ninguna de las cosas que inician, porque no han sido enseñados a perseverar bajo circunstancias desanimadoras.

 

Nunca desestiméis la importancia de las cosas pequeñas. Las cosas pequeñas proporcionan la verdadera disciplina de la vida. Mediante ellas el alma es enseñada para que crezca a la semejanza de Cristo, o para que lleve la semejanza del maligno.

 

Enséñese al niño y al joven que todo error, toda falta, toda dificultad vencida, llega a ser un peldaño hacia las cosas mejores y más elevadas. Por medio de tales vicisitudes han logrado éxito todos los que han hecho de la vida algo digno de ser vivido

 

 

CAPÍTULO 23. Abnegación, Generosidad y Previsión

 

Todo aquel que posea un carácter firme estará capacitado para hacer frente a las dificultades y pronto para seguir un "Así dice Jehová". Los hombres no están preparados para comprender su obligación para con Dios hasta no haber aprendido en la escuela de Cristo a llevar su yugo de restricción y obediencia.

 

Los niños de 2 a 4 años no deberían ser inducidos a creer que deben tener todo lo que pidan. Los padres deberían enseñarles lecciones de abnegación y nunca tratarlos de modo que piensen que son el centro, y que todas las cosas giran alrededor de ellos.

 

Estúdiese para aprender a enseñar a los niños a ser serviciales. Los jóvenes deben acostumbrarse desde temprano a la sumisión, a la abnegación y a la consideración de la felicidad ajena.

 

CAPÍTULO 24. Economía y Ahorro

 

Si tenéis hábitos de despilfarro, suprimidlos de vuestra vida tan pronto como sea posible. A menos que hagáis esto, os arruinaréis para la eternidad. Y los hábitos de economía, trabajo, y sobriedad son, aun en este mundo, una mejor porción para vosotros y vuestros hijos que una rica dote.

 

No les enseñéis a ir en pos de la moda y la ostentación a fin de ganar influencia en el mundo, No eduquéis a vuestros hijos para que piensen que vuestro amor por ellos debe manifestarse halagando su orgullo, su despilfarro, su amor a la ostentación.

 

Enséñese a cada joven y a cada niño no solamente a resolver problemas imaginarios, sino a mantener una cuenta exacta de sus propias entradas y salidas. Enséñeseles el uso correcto del dinero dándoles la oportunidad de utilizarlo.

 

CAPÍTULO 25. La Sencillez

 

No debe estimularse su vanidad alabando su aspecto, sus palabras o sus acciones. Tampoco debe vestírseles de una manera costosa o vistosa.

 

Deberían ser enseñadas a trabajar, a estudiar con algún propósito, a vivir con un objeto, a confiar en Dios y a temerle, y a respetar a sus padres. Luego, a medida que avancen en edad, desarrollarán una mente más pura, tendrán más confianza propia, y serán más apreciadas.

 

Deberíamos enseñar a nuestros hijos lecciones de sencillez y confianza. Deberíamos enseñarles a amar, a temer y a obedecer a su Creador. En todos los planes y los propósitos de la vida, su gloria debería ocupar un lugar sobresaliente; su amor debería ser la motivación principal de cada acción

 

 

 

CAPÍTULO 26. La Cortesía y la Reserva

 

Los jóvenes que crecen empleando palabras y actitudes descuidadas y rudas, manifiestan el carácter de la educación recibida en su hogar. Los padres no han comprendido la importancia de su mayordomía; y han cosechado los resultados de la siembra realizada

 

Dios ha mandado especialmente que se manifieste tierno respeto hacia los ancianos. "Corona de gloria es la cabeza cana -dice-, cuando se halla en el camino de justicia" (Prov. 16: 31). Habla de batallas peleadas, y victorias ganadas; de cargas llevadas y tentaciones resistidas

 

Los verdaderos encantos de un niño consisten en la modestia y la obediencia, en oídos atentos para escuchar las palabras de instrucción, en pies y manos voluntarios para andar y trabajar en el camino del deber. Y la verdadera bondad de un niño producirá su propia recompensa, aun en esta vida

 

CAPÍTULO 27. Alegría y Agradecimiento

 

Los cristianos no han de estar tristes, deprimidos y desesperados. Han de ser serenos y, sin embargo, deben mostrar al mundo un gozo que únicamente la gracia puede impartir.

 

Las travesuras insignificantes son tratadas como pecados graves. Esta disciplina no es la de Cristo. Los niños educados en esta forma temen a sus padres o maestros, pero no los aman; no les confían sus experiencias infantiles. Así se matan algunas de las cualidades más valiosas de la mente y el corazón, como una planta tierna expuesta al viento gélido.

 

Si se educara a los niños, en la vida de hogar, para que sean agradecidos al Dador de todas las cosas buenas, veríamos manifestarse en nuestra familia un elemento de gracia celestial; se vería gozo en la vida doméstica, y los jóvenes que procedieran de esos hogares llevarían consigo un espíritu de respeto y reverencia a la escuela y a la iglesia.

 

CAPÍTULO 28. La Veracidad

 

Los padres y los maestros deben ser veraces delante de Dios. Vuestra vida esté libre de prácticas engañosas. No se halle culpa en vuestros labios. Aunque sea desagradable para vosotros en un momento dado.

 

Una madre que carece de discernimiento y que no sigue la dirección del Señor, puede educar a sus hijos para ser engañadores e hipócritas. Los rasgos de carácter, estimulados de esta manera, pueden hacerse tan permanentes que mentir será tan natural como respirar. El fingimiento se tomará por sinceridad y realidad.

 

No os impacientéis con vuestros hijos cuando yerran. Cuando los corrijáis, no les habléis abrupta y duramente. Esto los confunde y les hace temer decir la verdad

 

CAPÍTULO 29. Honradez e Integridad

 

Dios quiere que los hombres que están a su servicio, bajo su estandarte, sean estrictamente honrados, de carácter irreprochable, que sus lenguas no pronuncien nada que se parezca a la mentira.

 

La evasión del mandamiento positivo dado por Dios concerniente a los diezmos y las ofrendas se registra en los libros del cielo como un robo hecho contra él.

 

Un hombre verdaderamente honrado nunca se aprovechará de la debilidad y la incompetencia a fin de llenar su propio bolsillo.

 

CAPÍTULO 30. Confianza Propia y Honor

 

Los hijos a quienes se les permite confiar principalmente en sus propios esfuerzos llegan a ser mejores hombres y mujeres y están mejor capacitados para la vida práctica que los hijos que han dependido de la herencia de sus padres.

 

Es cierto que Dios nos ama, que obra para nuestra felicidad, y que si siempre se hubiese obedecido su ley, nunca habríamos conocido el sufrimiento; y no menos cierto es que, en este mundo, toda vida tiene que sobrellevar sufrimientos, penas, cargas, como resultado del pecado.

 

El educador sabio, al tratar con sus alumnos procurará estimular la confianza fortalecer el sentido del honor. La confianza que se tiene en los jóvenes y niños los beneficia. Muchos, hasta entre los pequeños, tienen un elevado sentimiento del honor: todos desean ser tratados con confianza y respeto y tienen derecho a ello.

 

CAPÍTULO 31. La Importancia del Carácter

 

Un carácter formado a la semejanza divina es el único tesoro que, podemos llevar de este mundo al venidero. Los que en este mundo andan de acuerdo con las instrucciones de Cristo, llevarán consigo a las mansiones celestiales toda adquisición divina. Y en el cielo mejoraremos continuamente.

 

La integridad, la firmeza y la perseverancia, son cualidades que todos deben procurar cultivar fervorosamente; porque invisten a su poseedor con un poder irresistible, un poder que lo hará fuerte para hacer el bien, fuerte para resistir el mal y para soportar la adversidad

 

Un niño, debidamente disciplinado en los principios de la verdad, que tiene el amor y el temor de Dios entretejidos en su carácter, poseerá un poder para el bien en el mundo que no puede estimarse

 

CAPÍTULO 32. Cómo se Forma el Carácter

 

Es la repetición del acto lo que lo convierte en hábito y moldea el carácter para el bien o para el mal.

 

Cada facultad con la cual nos ha dotado Dios debería cultivarse hasta el grado más alto de perfección, a fin de ser capaces de hacer la mayor cantidad de bien posible. Para purificar y refinar nuestros caracteres, necesitamos la gracia dada por Cristo que nos capacitará para ver y corregir nuestras deficiencias y aprovechar los rasgos excelentes de nuestros caracteres

 

Los que tienen defectos de carácter, conducta, hábitos y prácticas, deben escuchar los consejos y reproches. Este mundo es el taller de Dios, y cada piedra que pueda utilizarse en el templo celestial debe ser cortada y pulida hasta que se convierta en una piedra probada y preciosa, apta para ocupar su lugar en el edificio del Señor. Pero si rehusamos ser enseñados y disciplinados, seremos como piedras que no serán cortadas y pulidas, y que son desechadas como inútiles

 

CAPÍTULO 34. Formas en las que se Arruina el Carácter

 

El pasar por alto las faltas y suavizar los estallidos de violencia no está poniendo el hacha a la raíz del mal, sino que evidencia la ruina de miles de almas. ¡Oh, cómo responderán los padres a Dios por su horrenda negligencia hacia su deber!

 

Con frecuencia los padres miman y complacen a sus hijos menores porque parece más fácil manejarlos en esa forma. Es más suave permitir que hagan lo que les plazca antes que reprimir las inclinaciones levantiscas que surgen muy fuertemente en su pecho. Sin embargo, este proceder es cobardía.

 

La debilidad para demandar obediencia y el falso amor y simpatía, el falso concepto de que es sabio consentir y no reprimir, constituyen un sistema de educación que aflige a los ángeles, pero deleita a Satanás porque atrae a centenares y millares de niños a sus filas.

 

CAPÍTULO 35. Cómo Pueden los Padres Edificar Caracteres Firmes

 

Las lecciones aprendidas, los hábitos adquiridos durante los años de la infancia y de la niñez, influyen en la formación del carácter y la dirección de la vida mucho más que todas las instrucciones y que toda la educación de los años subsiguientes.

 

Edificad una fortaleza de oración y fe en torno de vuestros hijos y ejerced en ella diligente vigilancia. No estáis seguros un momento contra los ataques de Satanás. No tenéis tiempo para descansar de la labor vigilante y ferviente. No debéis dormir un momento en vuestro puesto.

 

 

CAPÍTULO 36. VENTAJAS DE LOS PRIMEROS AÑOS

 

La obra de los padres debe comenzar cuando su hijo está en la infancia, para que pueda recibir las correctas impresiones en su carácter antes de que el mundo coloque su sello sobre la mente y el corazón

 

Los primeros tres años son el tiempo cuando se dobla la diminuta rama. Las madres debieran entender la importancia que existe en ese período. Entonces es cuando se establece el fundamento.

 

Desde una edad muy tierna, los niños están al alcance de influencias desmoralizadoras, pero los padres que profesan ser cristianos no parecen discernir el mal de su propio proceder. ¡Ojalá comprendieran que la influencia que se ejerce sobre un niño en sus más tiernos años imprime una tendencia a su carácter y modela su destino para la vida eterna o la muerte eterna!

 

CAPÍTULO 37. El Poder del Hábito

 

Por la repetición de los actos se establecen los hábitos y se confirma el carácter

 

Lo que el niño ve y oye está trazando profundas líneas en la tierna mente, que ninguna circunstancia posterior de la vida podrá borrar del todo. Entonces el intelecto está tomando forma y los afectos están recibiendo dirección y fortaleza. Los actos repetidos en cierto sentido se convierten en hábitos. Estos se pueden modificar mediante una severa educación, en la vida posterior, pero rara vez se cambian

 

Los hábitos de sobriedad, dominio propio, economía, celosa aplicación, de conversaciones sanas y sensatas, de paciencia y verdadera cortesía, no se ganan sin una diligente y celosa vigilancia del yo. Es mucho más fácil desmolarizarse y depravarse que vencer los defectos, mantener el dominio propio y cultivar las verdaderas virtudes. Se requerirán esfuerzos perseverantes, si se quiere que alguna vez se perfeccionen las gracias cristianas en nuestra vida

 

CAPÍTULO 38. Estudiad la Edad, el Carácter y el Temperamento

 

Cada hijo traído a este mundo aumenta la responsabilidad de los padres. Han de estudiarse su temperamento, sus tendencias, sus rasgos de carácter. Las facultades de discriminación de los padres debieran ser cuidadosamente educadas, a fin de que puedan reprimir las tendencias equivocadas y fomentar las impresiones correctas y los principios debidos.

 

Los niños necesitan constante cuidado, pero no es necesario que les hagáis ver que estáis siempre vigilándolos. Estudiad el carácter de cada uno tal como se revela en su asociación mutua, y entonces procurad corregir sus faltas fomentando las características opuestas.

 

 

CAPÍTULO 39. La Voluntad Como Factor de Éxito

 

Todo ser humano que razone tiene poder para escoger lo recto. En toda vicisitud de la vida la Palabra de Dios nos dice: "Escogeos hoy a quién debáis servir"

 

Salvad toda la fuerza de la voluntad, porque el ser humano la necesita toda; pero dadle la debida dirección. Tratadla sabia y tiernamente, como un tesoro sagrado.

 

La madre debe comprender que Dios es su ayudador, que el amor es su éxito, su poder. Si ella es una cristiana sabia, no tratará de dominar por la fuerza la voluntad del niño. Orará, y mientras ore, experimentará una renovación de la vida espiritual dentro de sí. Y verá que al mismo tiempo el poder que obra en ella también está obrando en el niño. Y el niño, en vez de ser compelido, es dirigido y se hace más suave. Así se gana la batalla.

 

CAPÍTULO 40. Ejemplificad los Principios Cristianos

 

Los hijos imitan a sus padres; por lo tanto, debiera tenerse gran cuidado de presentarles modelos correctos. Los padres que son bondadosos y corteses en el hogar, al paso que son firmes y decididos, verán que se manifiestan los mismos rasgos en sus hijos. Si son correctos, honrados y honorables, lo más probable es que sus hijos los imiten en eso. Si reverencian y rinden culto a Dios, sus hijos, educados de la misma forma, no se olvidarán de servir también a Dios

 

 

Hablad bondadosamente a vuestros hijos. Recordad cuán sensibles sois, cuán poco podéis soportar el ser reprochados, y no pongáis sobre ellos lo que no podéis soportar, pues son más débiles que vosotros y no pueden soportar tanto. Los frutos del dominio propio, la consideración y el esfuerzo abnegado de vuestra parte se multiplicarán cien veces.

 

La enseñanza de la Escritura no tiene mayor efecto sobre los jóvenes porque tantos padres y maestros que profesan creer en la Palabra de Dios niegan su poder en sus vidas.

 

CAPÍTULO 41. Propósitos de la Disciplina

 

Los que educan a sus alumnos para que sientan que reside en sí mismos el poder de llegar a ser hombres y mujeres de honra y utilidad, serán los que tendrán un éxito más permanente

 

Madres, el destino de vuestros hijos descansa en gran medida en vuestras manos. Si no cumplís vuestro deber, podéis colocarlos en las filas de Satanás y hacerlos sus agentes para arruinar otras almas. O vuestra fiel disciplina y ejemplo piadoso pueden conducirlos a Cristo, y ellos a su vez influirán en otros, y así se salvarán muchas almas por vuestro medio

Aquellos padres y maestros que se jactan de ejercer el dominio completo de la mente y la voluntad de los niños que están bajo su cuidado, dejarían de jactarse si pudiesen ver la vida futura de los niños así dominados por la fuerza o el temor.

 

CAPÍTULO 42. El Tiempo para Comenzar la Disciplina

 

Los hijos son la heredad del Señor, y a menos que los padres los eduquen en forma de capacitarlos para guardar los caminos del Señor, descuidan un solemne deber.

 

El momento en que el niño comienza a elegir su propia voluntad y sus propios caminos, es el momento cuando debe comenzar su educación en la disciplina.

 

Los padres no empiezan a tiempo. No subyugan la primera manifestación de mal genio del niño, y éste nutre una terquedad que aumentará con el crecimiento y se fortalecerá a medida que él mismo adquiera fuerza

 

No hay maldición más grande en una casa que la de permitir a los niños que hagan su propia voluntad.

 

CAPÍTULO 43. La Disciplina en el Hogar

No es fácil educar y preparar a los hijos sabiamente. Se levantarán dificultades cuando los padres traten de mantener el juicio y el temor de Dios delante de ellos, los hijos revelarán la perversidad albergada en su corazón.

 

El ciego afecto paternal es el mayor obstáculo en el sendero de la debida educación de los hijos. Impide la disciplina y la educación que requiere el Señor. Debido a ese afecto, a veces los padres parecen estar desprovistos de razón. Es como las tiernas misericordias de los impíos, cruelmente disfrazadas con el atavío de un falso amor. Esta peligrosa contracorriente es la que lleva a los hijos a la ruina

 

Con demasiada frecuencia, se crea un estado de rebelión en el corazón de los hijos debido a la disciplina errónea de los padres, cuando los hijos habrían formado buenos y armoniosos caracteres si se hubiera seguido un curso de acción adecuado

 

CAPÍTULO 44. La Administración de la Disciplina Correctiva

 

Mientras son demasiado jóvenes para razonar, llamadles la atención de la mejor manera que podáis; cuando sean mayores, enseñadles por precepto y ejemplo que no podéis tolerar sus deseos erróneos.

 

Instruidlos pacientemente. A veces tendrán que ser castigados, pero nunca lo hagáis en una forma que sientan que los habéis castigado con ira. Al hacerlo, sólo provocaréis un mal mayor. Podrían evitarse muchas diferencias lamentables en el círculo familiar si los padres obedecieran el consejo del Señor en la educación de sus niños

 

Debéis corregir a vuestros niños con amor. No permitáis que hagan lo que les plazca hasta que os enojéis, y entonces los castiguéis. Una corrección tal sólo ayuda al mal en vez de corregirlo

 

CAPÍTULO 45. Con Amor y Firmeza

 

El amor tiene un hermano gemelo que es el deber. El amor y el deber se encuentran lado a lado. El amor puesto en ejercicio mientras se descuida el deber, hará a los hijos testarudos, voluntariosos, perversos, egoístas y desobedientes. Si se emplea el severo deber solo, sin que el amor lo suavice y domine, tendrá un resultado similar. El deber y el amor deben fusionarse a fin de que los niños sean debidamente disciplinados

 

El método de gobernar que tiene Dios, es un ejemplo de cómo se han de educar a los niños. No hay opresión en el servicio del Señor, y no ha de haber opresión en el hogar ni en la escuela. Ni los padres ni los maestros deben permitir que se desprecie su palabra y no se le preste atención

 

Alabad a los niños cuando se portan bien, pues una alabanza juiciosa les es tan útil a ellos como lo es para los que son maduros en años y entendimiento. Nunca seáis intratables en el santuario del hogar. Sed bondadosos y tiernos de corazón, mostrando la amabilidad cristiana, agradeciendo y alabando a vuestros hijos por la ayuda que os dan

CAPÍTULO 46. Los Males de la Complacencia

 

La excesiva libertad es la causa de que los hijos no lleguen a ser piadosos. Se complacen su propia voluntad e inclinaciones.  Muchos hijos pródigos llegan a ser tales debido a la complacencia en el hogar, debido a que sus padres no han sido hacedores de la Palabra. La mente y la voluntad han de mantenerse mediante principios firmes, directos y santificados. La integridad y el afecto han de ser enseñados por un ejemplo amante y consecuente

 

En el día del ajuste de cuentas, los padres tendrán mucho de que responder debido a su maligna condescendencia con sus hijos. Muchos complacen cada deseo irrazonable, porque es más fácil librarse en esta manera de su importunación que de cualquier otra forma.

 

Es imposible describir el mal que resulta de dejar a un niño librado a su propia voluntad. Algunos de los que se extravían por habérselos descuidado en la infancia, volverán en sí más tarde por habérseles inculcado lecciones prácticas; pero muchos se pierden para siempre porque en la infancia y en la adolescencia recibieron una cultura tan sólo parcial, unilateral.

 

CAPÍTULO 47. La Disciplina Laxa y sus Frutos

 

Cuando los padres sancionan los errores de sus hijos, los perpetúan así como lo hizo Elí. Ciertamente Dios los colocará en una situación donde verán que no sólo han arruinado su propia influencia, sino también la influencia de los jóvenes a quienes debieran haber reprimido

 

La impiedad que existe en el mundo hoy día tiene como su raíz el descuido de los padres para disciplinarse a sí mismos y sus hijos. Miles y más miles de las víctimas de Satanás son lo que son, debido a la poco juiciosa forma en que fueron tratadas durante su niñez. El severo reproche de Dios cae sobre esa mala conducta

 

Las madres que no han sido firmes, consecuentes e inmutables en su adhesión a los principios para mantener la sencillez y la fidelidad, se vuelven indulgentes a medida que sus hijos llegan a la edad adulta. En su amor por la ostentación, entregan sus hijos a Satanás con sus propias manos, así como los apóstatas judíos los hacían pasar por el fuego de Moloc

 

CAPÍTULO 48. Las Reacciones de los Hijos

 

No tenéis derecho de ensombrecer la felicidad de vuestros hijos mediante la crítica o una severa censura por faltas insignificantes. Los verdaderos errores debieran ser presentados tan pecaminosos como realmente son, y debiera seguirse una conducta firme y decidida para evitar que reaparezcan. Sin embargo, no se debe dejar a los hijos en un estado falto de esperanza, sino con cierto grado de ánimo para que puedan mejorar y ganar vuestra confianza y aprobación.

 

La censura continua aturde, pero no reforma. Para muchas mentes, y con frecuencia para las dotadas de más fina sensibilidad, una atmósfera de crítica hostil es fatal para el esfuerzo. ..El niño a quien se censura frecuentemente por alguna falta especial, llega a considerar esa falta como una peculiaridad suya, algo contra lo cual es en vano luchar.

 

Los niños son sensibles a la mejor injusticia, y algunos se desaniman con ella y nunca harán más caso a la voz alta y enojada en que se dan las órdenes, ni harán caso de amenazas de castigos. Con demasiada frecuencia se provoca la rebelión en el corazón de los niños debido a una disciplina equivocada de los padres, cuando, si se hubiera seguido la conducta debida, los niños hubieran formado caracteres buenos y armoniosos.

 

CAPÍTULO 49. La Actitud de los Parientes

Los padres que permiten el empleo de un lenguaje impropio son más dignos de reproche que sus hijos. Ni una sola vez debiera tolerarse la impertinencia en un niño. Sin embargo, padres y madres, tíos y tías y abuelos se ríen cuando un niñito de un año manifiesta su ira.

 

Se experimentan profundos sufrimientos, debido a que se despiertan sentimientos en algunos de que no han sido tratados imparcialmente y con toda la consideración que merecen. A veces se levantan pequeños celos y se convierten en montañas pequeñas colinas.

 

CAPÍTULO 50. ¿Qué Comprende la Verdadera Educación?

 

La primera gran lección de toda educación, consiste en conocer y comprender la voluntad de Dios. Debemos hacer en cada día de la vida el esfuerzo para obtener este conocimiento.

 

Incúlquese en los jóvenes el pensamiento de que la educación no les ha de enseñar a esquivar las tareas desagradables ni las cargas pesadas de la vida; que su propósito es hacer más liviano el trabajo mediante la enseñanza de mejores métodos y blancos más elevados

 

La educación moral está por encima de la cultura intelectual. Los niños necesitan grandemente la debida educación, a fin de poder ser útiles en el mundo. Pero cualquier esfuerzo que ensalce la cultura intelectual por encima de la moral, va descaminado Instruir, cultivar, pulir y refinar a los jóvenes y los niños, debiera ser la preocupación principal de padres y maestros

 

CAPÍTULO 51. La Preparación para la Escuela

Existe la costumbre de enviar a los niñitos prematuramente a la escuela. Se requiere de ellos que estudien de los libros cosas que sobrecargan su mente.  Este proceder no es sabio. Un niño nervioso no debiera ser sobrecargado de ninguna manera

 

No enviéis a vuestros pequeñuelos a la escuela demasiado precozmente. La madre debiera ser cuidadosa al confiar a otras manos el dar forma a la mente del niño

 

Los malos hábitos se avienen mejor con el corazón natural y las cosas que ven y oyen en su infancia y niñez se graban profundamente en su mente; y la mala semilla sembrada en su corazón joven se arraigará y se convertirá en aguzadas espinas que herirán el corazón de sus padres

 

CAPÍTULO 52. La Elección de la Escuela

Hemos de enseñarles que los mandamientos de Dios significan mucho más de lo que nos imaginamos. Los que los guardan no imitarán las prácticas de los transgresores de la ley de Dios.

 

Los padres y las madres deben cooperar con el maestro, trabajando fervorosamente por la conversión de sus hijos

 

La Biblia debiera ser el fundamento de la educación. En esta obra se magnificarán la luz, la fortaleza y el poder de la verdad. Los jóvenes mundanos cuya mente no ha sido depravada por hábitos de sensualidad, se asociarán con estas escuelas y serán convertidos.

 

 

CAPÍTULO 53. La Responsabilidad de la Iglesia

 

La iglesia tiene una obra especial que hacer en lo que toca a educar y disciplinar a sus niños de modo que, al asistir a las clases o estar en cualquier otra compañía, no sientan la influencia de los dominados por hábitos corrompidos. El mundo está lleno de iniquidad y desprecio de los requerimientos de Dios

 

Los que tienen la verdad en su corazón, son siempre generosos, y ayudan donde es necesario. Van a la cabeza y otros imitan su ejemplo. Si hay quienes debieran gozar de los beneficios de la escuela, pero no pueden pagar toda su enseñanza,

 

Captemos el espíritu de la obra, diciendo: Nos levantaremos y edificaremos. Si todos pusieran manos a la obra al unísono, pronto tendríamos un edificio escolar en el cual día tras día nuestros niños serán enseñados en los caminos del Señor. Al hacer lo mejor que podemos, la bendición de Dios descansará sobre nosotros. ¿Nos levantaremos y edificaremos?

 

CAPÍTULO 54. Maestros y Padres en Sociedad

 

Los padres deben recordar que se logrará mucho más por la obra de la escuela de iglesia si ellos mismos comprenden las ventajas que sus hijos obtendrán de esa escuela, y apoyan de todo corazón al maestro.

Un espíritu de desunión, albergado en el corazón de unos pocos, se transmitirá de por sí a otros y destruirá la buena influencia que podría ejercer la escuela. A menos que los padres estén bien dispuestos y ansiosos de cooperar con el maestro para la salvación de sus hijos, no están preparados para tener establecida una escuela entre ellos

 

Hemos de hablar del amor de Dios en nuestros hogares; hemos de enseñarlo en nuestras escuelas. Los principios de la Palabra de Dios han de inculcarse en la vida del hogar y de la escuela.

 

CAPÍTULO 55. La Unidad en la Disciplina

 

Con frecuencia se manifestará disgusto y aun, desprecio hacia las reglas debidas. Algunos se ingeniarán en todo lo posible para eludir los castigos, al paso que otros manifestarán una temeraria indiferencia a las consecuencias de la transgresión.

 

No se debe dejar que el maestro lleve solo la carga de su trabajo. El necesita la simpatía, la bondad, la cooperación y el amor de todo miembro de la iglesia. Los padres deben animarlo demostrando que aprecian sus esfuerzos. Nunca deben decir o hacer algo que estimule la insubordinación en sus hijos.

 

Padres, cuando el maestro de la escuela de iglesia procura educar y disciplinar a vuestros hijos a fin de que obtengan la vida eterna, no critiquéis sus acciones en presencia de ellos, aun cuando parezca que es demasiado severo.

 

 

 

CAPÍTULO 56. La Preparación en el Colegio y en un Curso Superior

 

En la escuela del hogar, durante sus primeros años, educad y disciplinad a vuestros hijos en el temor de Dios. Y luego sed cuidadosos de no colocarlos donde las impresiones religiosas que han recibido sean destruidas y sea quitado el amor de Dios de su corazón.

 

Hay jóvenes cuyas influencias hogareñas han sido tales, que les sería una gran ventaja vivir por un tiempo en un internado escolar bien reglamentado. Y los internados escolares son una gran bendición para los que viven en lugares donde necesariamente deben dejar sus propios hogares para disfrutar de los privilegios escolares. Pero el hogar paternal donde se teme y obedece a Dios es, y siempre debe ser, el mejor lugar para los niños menores, donde bajo la debida educación de sus padres pueden disfrutar del cuidado y la disciplina de una familia religiosa, regida por sus propios padres. . . .

 

Las facultades mentales necesitan ser cultivadas a fin de que puedan ejercerse para la gloria de Dios. Debiera prestarse cuidadosa atención al cultivo del intelecto a fin de que los diversos órganos de la mente sean igualmente robustos al ejercitarse cada uno en su papel individual.

 

 

 

 

CAPTULO 57. Ejercicio y Salud

 

El ejercicio moderado diario fortalecerá los músculos, los cuales sin ejercicio se vuelven blandos y débiles. Mediante el ejercicio activo diario, el hígado, los riñones y los  pulmones también se fortalecerán para realizar su función.

 

Deben emplearse las activas mentes y manos de los jóvenes, y si no se las dirige en tareas qué son útiles, que las desarrollarán y bendecirán a otros, encontrarán ocupación en lo que las dañe tanto en el cuerpo como en el alma.

 

El sueño, el dulce restaurador de la naturaleza, revigorizará el cuerpo cansado y lo preparará para los deberes del día siguiente

 

CAPÍTULO 58. La Preparación para la Vida Práctica

 

Es necesario enseñar a los jóvenes que la vida significa trabajo serio, responsabilidad, preocupación. Necesitan una preparación que los haga prácticos, que haga de ellos hombres y mujeres que puedan hacer frente a las emergencias. Debería enseñárselas que la disciplina del trabajo sistemático y bien regulado es esencial no sólo como salvaguardia contra las vicisitudes de la vida, sino como ayuda para un desarrollo completo

 

Un poderoso motivo por el cual se menosprecia el trabajo físico es la forma descuidada e irreflexivo en que tan a menudo se realiza. Es hecho por necesidad y no por gusto.

 

Puesto que tanto los hombres como las mujeres tienen una parte en la constitución del hogar, tanto los niños como las niñas deberían obtener un conocimiento de los deberes domésticos. El tender la cama, ordenar una pieza, lavar la loza, preparar una comida, lavar y remendar su ropa, constituyen una educación que no tiene por qué hacer menos varonil a ningún muchacho; lo hará más feliz y más útil.

 

CAPÍTULO 59. La Enseñanza de Oficios Útiles

Las familias y las instituciones debieran aprender a aprovechar más del cultivo y el mejoramiento de la tierra. Si la gente tan sólo supiera del valor de los productos de la tierra, que ella da a la sazón debida, se harían esfuerzos más diligentes para cultivar el terreno.

 

Debiera haber habido maestras experimentadas para dar lecciones de arte culinario a las niñas. Se debiera haber instruido a las jovencitas en corte, confección y remiendo de vestidos, siendo así educadas para los deberes prácticos de la vida.

 

Jesús, en sus treinta años de reclusión en Nazaret, trabajó arduamente y descansó, comió y durmió, semana tras semana y año tras año, al igual que sus humildes contemporáneos. No llamó la atención a sí mismo como a un personaje notable; sin embargo, era el Redentor del mundo, el Adorado de los ángeles, que cumplía todo el tiempo la obra de su Padre, viviendo una lección que debiera permanecer para que la copiara la humanidad hasta el fin del tiempo.

 

CAPÍTULO 60. Conocimiento y Obediencia de las Leyes de la Vida

Todos los órganos físicos son los siervos de la mente y los nervios los mensajeros que transmiten sus órdenes a cada parte del cuerpo guiando los movimientos de la maquinaria viviente

 

Enseñad a vuestros hijos a razonar de causa a efecto. Mostradles que si violan las leyes de su ser, tendrán que pagar la penalidad en sufrimientos. Si no podéis ver progresos tan rápidos como deseáis, no los desalentéis, sino instruidlos pacientemente y seguid adelante hasta ganar la victoria

 

Debe insistirse en los debidos hábitos respecto al comer, al beber y al vestir. Los malos hábitos hacen a los jóvenes menos susceptibles a la instrucción bíblica. Los niños deben ser protegidos contra la complacencia del apetito, y especialmente contra el uso de estimulantes y narcóticos. Las mesas de los padres cristianos no deben cargarse con alimentos que contengan condimentos y especias

 

 

 

 

CAPÍTULO 61. El Ama de Casa en la Cocina

 

Es esencial que todo joven se familiarice con los deberes de la vida diaria. Si fuera necesario, una joven podría prescindir del conocimiento del francés y del álgebra, o hasta del piano, pero es indispensable que aprenda a hacer buen pan, vestidos que le sienten bien y desempeñar eficientemente los diversos deberes pertenecientes al hogar.

 

 Muchísimas madres necesitan tomar lecciones de arte culinario para que puedan presentar delante de su familia alimentos bien preparados y agradablemente servidos

 

Las comidas deben ser variadas. Los mismos manjares, preparados del mismo modo, no deben figurar en la mesa, comida tras comida y día tras día. Las comidas se ingieren con mayor gusto y aprovechan mucho más cuando los manjares son variados

 

 

CAPÍTULO 62. Comiendo para Vivir

 

Nuestro cuerpo se forma con el alimento que ingerimos. En los tejidos del cuerpo se realiza de continuo un proceso de reparación, pues el funcionamiento de los órganos acarrea desgaste y éste debe ser reparado por el alimento. Cada órgano del cuerpo exige nutrición. El cerebro debe recibir la suya; y lo mismo sucede con los huesos, los músculos y los nervios.

 

Cuando los niños salen de la infancia todavía hay que educar con el mayor cuidado sus gustos y apetitos. Muchas veces se les permite comer lo que quieren y cuando quieren, sin tener en cuenta su salud. El trabajo y el dinero tantas veces malgastados en golosinas perjudiciales para la salud inducen al joven a pensar que el supremo objeto de la vida, y lo que reporta mayor felicidad, es poder satisfacer los apetitos.

 

Los que comen carne no hacen más que comer cereales y verduras de segunda mano, pues el animal recibe de tales productos el alimento que lo nutre. La vida que estaba en los cereales y en las verduras pasa al organismo del ser que los come. Nosotros a nuestra vez la recibimos al comer la carne del animal. ¡Cuánto mejor sería aprovecharla directamente, comiendo el alimento que Dios dispuso para nuestro uso

 

CAPÍTULO 63. Temperancia en todas las cosas

 

Por causa de la intemperancia, algunos sacrifican una mitad, otros los dos tercios de sus facultades física, mentales y morales, y se hacen juguetes del enemigo

 

 

El desarrollo propio es nuestro primer deber hacia Dios y nuestros prójimos. Debiera cultivarse hasta el más alto grado de perfección cada facultad con que Dios nos ha dotado, a fin de que podamos realizar la mayor cantidad de bien de que somos capaces.

 

La intemperancia en el estudio es una especie de intoxicación, y los que se entregan a ella, como el borracho, se apartan de la senda segura, tropiezan y caen en las tinieblas. El Señor quiere que todo alumno recuerde que el ojo debe mantenerse sincero para la gloria de Dios.

 

CAPÍTULO 64. El Hogar y la Cruzada Pro Temperancia

 

 

La única forma en que alguien puede estar seguro contra el poder de la intemperancia es absteniéndose completamente de vino, cerveza y bebidas fuertes. Debemos enseñar a nuestros hijos que deben abandonar esas cosas a fin de ser varoniles.

 

A fin de llegar a la raíz de la intemperancia debemos ir más allá del uso del alcohol o el tabaco. La ociosidad, la falta de ideal, las malas compañías, pueden ser las causas que predispongan a la intemperancia. A menudo se las halla en la mesa del hogar de las familias que se consideran estrictamente temperantes.

 

Dios demanda de los padres que protejan a sus hijos contra la complacencia del apetito y especialmente contra el uso de estimulantes y narcóticos. Las mesas de los padres cristianos nunca debieran estar cargadas con alimentos que contienen condimentos y especias. Han de estudiar para preservar el estómago de cualquier abuso

 

CAPÍTULO 65. Las Bendiciones de la Vestimenta Correcta

 

La que es sencilla y modesta en su vestido y en sus maneras, muestra que comprende que una verdadera mujer se caracteriza por el valor moral. Cuán encantadora, cuán interesante es la sencillez en el vestido, que en su gracia puede compararse con las flores del campo

 

Debieran evitar los extremos. Humildemente debieran seguir un sendero recto, sin tomar en cuenta el aplauso o la censura Y debieran aferrarse a lo correcto por ser correcto

 

El vestido simple, sencillo y sin ostentación será una recomendación para mis hermanas jóvenes. De ninguna forma mejor podéis hacer brillar vuestra luz a otros que mediante vuestra sencillez en el vestido y vuestro comportamiento.

 

 

 

 

CAPÍTULO 66. La Enseñanza de los Principios Fundamentales de la Vestimenta

 

Se ha de estimular a los jóvenes a formar hábitos correctos de vestir, de modo que su apariencia sea aseada y atractiva; se les ha de enseñar a conservar sus vestidos limpios y cuidadosamente remendados. Todas sus costumbres debieran ser de tal carácter que hagan de ellos una ayuda y un alivio para otros

 

Muchos a fin de mantenerse al día con modas absurdas, pierden su gusto por la sencillez natural y se encantan con lo artificial. Sacrifican tiempo y dinero, el vigor del intelecto y la verdadera elevación del alma y dedican todo su ser a las demandas de la vida elegante

 

Prescindid de los adornos innecesarios y reservad para el adelanto de la causa de Dios los medios así economizados. Aprended la lección de la abnegación y enseñadla a vuestros hijos

 

CAPÍTULO 67. La Moda es un Poder Fascinante

 

La idolatría del atavío es una enfermedad moral. No debe ser introducida en la nueva vida. En la mayoría de los casos, la sumisión a los requerimientos del Evangelio exigirá un cambio decidido en la manera de vestir.

 

El orgullo y la vanidad se manifiestan por doquiera, pero los que están propensos a admirarse a sí mismos en un espejo, se sienten poco inclinados a mirarse en la ley de Dios, el gran espejo moral.

 

Las familias que usan mucho tiempo en vestirse ostentosamente podrían ser comparadas con la higuera que Cristo vio desde lejos. Esa higuera ostentaba sus ramas floridas a pesar de lo que era en realidad, pero cuando Cristo fue a buscar frutos, escudriñó desde la rama más alta hasta la más baja y no encontró sino hojas. Tiene hambre de frutos, frutos que debe recibir

 

CAPÍTULO 68. Predominio de Vicios Corruptores

 

El corazón se corrompe por la imaginación. La mente se complace en contemplar escenas que despiertan las más bajas y viles pasiones. Esas imágenes ruines, contempladas a través de una imaginación pervertida, corrompen la moral y preparan a los seres engañados e infatuados para que den rienda suelta a las pasiones concupiscentes. Luego siguen los pecados y crímenes que arrastran a los seres creados a la imagen de Dios haciéndolos descender a un nivel con las bestias y hundiéndolos finalmente en la perdición

 

En muchísimos casos, los padres son los verdaderos pecadores. Han abusado de sus franquicias matrimoniales y debido a su complacencia han fortalecido sus pasiones animales. Y al fortalecerse éstas, las facultades morales e intelectuales se han debilitado. Lo espiritual ha sido dominado por lo brutal. Los hijos nacen con las propensiones animales grandemente magnificadas, han recibido el propio sello del carácter de sus padres.

 

Los hijos nacidos de estos padres casi invariablemente están inclinados a los hábitos repugnantes del vicio secreto.  Los pecados de los padres serán visitados sobre sus hijos porque los padres les han dado el sello de sus propias propensiones concupiscentes

 

CAPÍTULO 69. Efectos de Prácticas Dañinas

 

La práctica de hábitos secretos ciertamente destruye las fuerzas vitales del organismo. Toda acción innecesaria de algo vital será seguida por su correspondiente depresión. Entre los jóvenes el capital vital, el cerebro, es tan severamente abrumado en una edad temprana, que hay una deficiencia y un gran agotamiento lo que deja al organismo expuesto a enfermedades de diferentes clases

 

Las mentes de algunos de estos niños se debilitan hasta el punto de que tienen solamente la mitad o un tercio del brillo del intelecto que podrían haber tenido, si hubieran sido virtuosos y puros. Lo han malgastado en la masturbación

 

El efecto de tales hábitos degradantes no es el mismo en todas las mentes. Hay algunos niños que han desarrollado mucho las facultades morales y que, al relacionarse con niños que practican la masturbación, se inician en este vicio. El efecto en los tales con demasiada frecuencia es volverlos melancólicos, irritables y celosos. Sin embargo, los tales quizá no pierdan su respeto por el culto religioso y quizá no muestren una incredulidad especial en cuanto a las cosas espirituales. A veces sufren agudamente de remordimiento y se sienten degradados ante su propia vista y pierden su respeto propio

 

CAPÍTULO 70. Precauciones y Consejos

 

No importa cuán elevada sea la profesión que haga una persona, los que están dispuestos a entrar en complacencias con la concupiscencia de la carne no pueden ser cristianos.

 

se convertir en una niña prudente, recatada y virtuosa, pero no sin un esfuerzo ferviente. Debe velar, orar, meditar, investigar sus motivos y sus acciones.

 

Si una jovencita que acaba de entrar en la adolescencia es molestada con las familiaridades de un muchacho de su propia edad, o mayor, debiera enseñársele a manifestar su repudio de tal modo que no se repitan tales familiaridades.

 

CAPÍTULO 71. La Vigilancia y Ayuda Paternales

 

Es un crimen que las madres continúen en la ignorancia en cuanto a los hábitos de sus hijos. Si son puros, que continúen siéndolo. Fortaleced sus mentes juveniles y preparadlos para detestar ese vicio destructor de la salud y del alma

Si vuestros hijos practican este vicio, pueden estar en peligro de recurrir a la falsedad para engañaros. Sin embargo, madres, no debéis ser aquietadas fácilmente y cesar en vuestras investigaciones. No debéis quedar tranquilas, hasta que estéis plenamente satisfechas.

 

Se necesita ejercer un juicio santificado. No os apresuréis ni agitéis para atacar a vuestros hijos con censuras. Un proceder tal tan sólo les provocaría rebelión. Debierais lamentar profundamente cualquier equivocación cometida que quizá haya abierto la puerta a Satanás para descarriar a vuestros hijos con sus tentaciones.

 

CAPÍTULO 72. La Batalla por la Reforma

 

Forjar fantasías es un hábito malo y excesivamente peligroso. Una vez que se ha establecido, es casi imposible romper con un hábito tal y dirigir los pensamientos a temas puros, santos y elevadores.

 

Los que deseen tener aquella sabiduría que proviene de Dios, no deben llegar a ser necios en el conocimiento pecaminoso de este siglo a fin de ser sabios. Deben cerrar los ojos para que no vean ni aprendan el mal. Deben cerrar los oídos no sea que oigan lo que es malo y obtengan ese conocimiento que mancharía la pureza de sus pensamientos y actos, y deben guardar su lengua para que no profieran palabras corruptas y se encuentre engaño en su boca

 

Enséñese a los estudiantes que la vida recta depende del pensar recto y que la actividad física es esencial para la pureza del pensamiento

 

CAPÍTULO 73. La Responsabilidad por los Intereses Eternos

 

Es triste cuando los padres se enfrían en su vida espiritual y debido a su piedad que se desvanece y a su falta de devoción a Dios, no comprenden la elevada responsabilidad que recae sobre ellos de preparar paciente y plenamente a sus hijos para que guarden los caminos del Señor

 

Las madres pueden haber adquirido el conocimiento de muchas cosas, pero no han obtenido el conocimiento esencial a menos que tengan un conocimiento de Cristo como Salvador personal. Si Cristo está en el hogar, si las madres lo han hecho su Consejero, educarán a sus hijos desde su misma niñez en los principios de la verdadera religión

 

Los jóvenes de nuestros días ignoran las maquinaciones de Satanás. Por lo tanto, los padres debieran estar alerta en estos tiempos peligrosos, trabajando con perseverancia y laboriosidad para protegerlos del primer ataque del enemigo. Debieran instruir a sus hijos cuando están en el hogar, o cuando van por el camino, al levantarse y al acostarse

 

 

 

CAPÍTULO 74. Cada Hogar una Iglesia

 

Lo que hará el carácter amable en el hogar es lo que lo hará amable en las mansiones celestiales. La medida de vuestro cristianismo es calibrada por el carácter de vuestra vida familiar. La gracia de Cristo capacita a su poseedor para hacer del hogar un lugar feliz, lleno de paz y descanso. A menos que tengáis el espíritu de Cristo, no sois suyos y nunca veréis a los santos redimidos en su reino, que han de ser uno con Cristo en el cielo bienaventurado. Dios desea que os consagréis plenamente a él y representéis su carácter en el círculo familiar

 

No sabemos en qué ramo de actividad serán llamados a servir nuestros hijos. Pasarán tal vez su vida dentro del círculo familiar; se dedicarán quizá a las vocaciones comunes de la vida, o irán a enseñar el Evangelio en las tierras paganas. Pero tordos por igual son llamados a ser misioneros para Dios, dispensadores de misericordia para el mundo. Han de obtener una educación que les ayudará a mantenerse de parte de Cristo para servirle con abnegación

 

El Espíritu de Cristo será una influencia permanente en la vida del hogar. Si hombres y mujeres abren el corazón a la influencia celestial de la verdad y el amor, estos principios fluirán como manantiales en el desierto, refrigerando todo y haciendo que la frescura aparezca donde hay ahora esterilidad y escasez

 

CAPÍTULO 75. La Conducción de los Niñitos a Cristo

 

La primera lección que debe enseñarse a los niños es que Dios es su Padre. Debiera dársele esta lección en sus más tiernos años. Los padres deben comprender que son responsables delante de Dios por familiarizar a sus hijos con su Padre celestial. En cada lección debe enseñarse que Dios es amor

 

La ley de Dios es el fundamento de toda reforma duradera. Hemos de presentar al mundo, en forma clara y distinta, la necesidad de obedecer la ley de Dios. El gran movimiento de reforma debe comenzar en el hogar. La obediencia a la ley de Dios es el gran incentivo para la laboriosidad, la economía, la veracidad y el trato justo entre los hombres

 

Padres, debéis comenzar a disciplinar las mentes de vuestros hijos en la más tierna edad, a fin de que sean cristianos. . . Cuidad de no estar arrullándolos sobre el abismo de la destrucción, con la errónea idea de que no tienen bastante edad para ser responsables, ni para arrepentirse de sus pecados y profesar a Cristo

 

CAPÍTULO 76. La Preparación para Ser Miembro de Iglesia

 

En ningún caso debiera descuidarse la preparación espiritual. Enseñemos a nuestros hijos las bellas lecciones de la Palabra de Dios, para que mediante ellas puedan ganar un conocimiento de Dios. Comprendan que no deben hacer nada que no sea correcto. Enseñadles a hacer justicia y juicio. Decidles que no podéis permitirles que sigan un sendero equivocado.

 

Los que han visto la verdad y han sentido su importancia, y han experimentado las cosas de Dios, han de enseñar sana doctrina a sus hijos. Deben familiarizarlos con las grandes columnas de nuestra fe, las razones por las cuales somos adventistas del séptimo día.

 

Dios confió a los padres y maestros la tarea de educar a los niños y jóvenes en estas direcciones, y de cada acto de la vida se les puede enseñar lecciones espirituales. Al inculcarles hábitos de limpieza física, debemos enseñarles que Dios quiere que sean limpios tanto en su corazón como en su cuerpo.

 

CAPÍTULO 77. La Biblia en el Hogar

 

La Palabra de Dios abunda en preciosas joyas de verdad, y los padres debieran sacarlas de su estuche y presentarlas ante sus hijos en su verdadero esplendor.

 

Las enseñanzas de la Biblia influyen en forma vital sobre la prosperidad del hombre en todas las relaciones de esta vida. Desarrolla los principios que son la base de la prosperidad de una nación, principios vinculados con el bienestar de la sociedad y que son la salvaguardia de la familia, principios sin los cuales ningún hombre puede alcanzar utilidad, felicidad u honra en esta vida, ni asegurarse la vida futura inmortal.

 

Sed sistemáticos en el estudio de las Escrituras en vuestra familia. Descuidad cualquier cosa de naturaleza temporal, pero estad seguros de que el alma se alimenta con el pan de la vida. Es imposible estimar los buenos resultados de una hora o aun media hora dedicada cada día a la Palabra de Dios en una forma alegre y social.

 

CAPÍTULO 78. El Poder de la Oración

 

Si hubo tiempo en el que cada casa debiera ser una casa de oración, es ahora. Predominan la incredulidad y el escepticismo. Abunda la inmoralidad. La corrupción penetra hasta el fondo de las almas y la rebelión contra Dios se manifiesta en la vida de los hombres.

 

Antes de salir de la casa para ir a trabajar, toda la familia debe ser convocada y el padre, o la madre en ausencia del padre, debe rogar con fervor a Dios que los guarde durante el día. Acudid con humildad, con un corazón lleno de ternura, presintiendo las tentaciones y peligros que os acechan a vosotros y a vuestros hijos, y por la fe atad a estos últimos al altar, solicitando para ellos el cuidado del Señor. Los ángeles ministradores guardarán a los niños así dedicados a Dios

 

 

Nunca se debería perder de vista el valor del canto como medio educativo. Cántense en el hogar cantos dulces y puros, y habrá menos palabras de censura, y más de alegría, esperanza y gozo. Cántese en la escuela, y los alumnos serán atraídos más a Dios, a sus maestros y los unos a los otros.

 

CAPÍTULO 79. El Sábado el Día de Delicia

 

 

Debe prestarse atención a la vestimenta de los hijos durante el viernes. Durante la semana, todo esto debiera haber sido arreglado por las propias manos de ellos bajo la dirección de la madre, de modo que pudieran vestirse quedamente, sin ninguna confusión ni apresuramiento, ni órdenes precipitadas

El viernes es el día de preparación. Entonces puede dedicarse tiempo a los preparativos necesarios para el sábado, y a pensar y conversar acerca de ello. Nada de lo que a los ojos del cielo será considerado como violación del santo sábado debe dejarse para ser dicho o hecho en sábado.

 

CAPÍTULO 80. La Reverencia por lo que es Santo

 

Debiera enseñarse a los niños que respeten cada palabra que procede de la boca de Dios. Los padres han de magnificar siempre los preceptos de la ley de Dios delante de sus hijos, mostrando obediencia a esa ley y viviendo ellos mismos bajo los requerimientos de Dios. Si los padres son poseídos por un sentimiento de lo sagrado de la ley, con seguridad esto transformará su carácter convirtiendo su alma

 

La casa de Dios es profanada con frecuencia y el sábado es violado por los hijos de los observadores del sábado. En algunos casos aun se les permite correr por la casa, jugar, conversar y manifestar su mal genio en las mismas reuniones donde los santos debieran rendir culto a Dios en la belleza de la santidad. Y el lugar que debería ser santo, y donde debería reinar una quietud santa, y donde debiera haber un orden perfecto, limpieza y humildad, se convierte en una perfecta Babilonia, "confusión".

 

No tengáis tan poca reverencia hacia la casa y el culto de Dios que converséis con otros durante el sermón. Si los que cometen esta falta pudiesen ver a los ángeles de Dios que los miran y toman en cuenta su acción se llenarían de vergüenza y de aborrecimiento propio. Dios quiere oidores atentos. El enemigo sembró la cizaña mientras el hombre dormía

 

 

CAPÍTULO 81. La Coordinación del Hogar y de la Iglesia

 

El hogar es una escuela donde todos pueden aprender el comportamiento en la iglesia. Cuando todos sean miembros de la familia real, habrá verdadera cortesía en la vida familiar. Cada miembro de la familia procurará hacerla agradable para los otros miembros.

 

Muchos parecen pensar que la decadencia de la iglesia, el creciente amor por los placeres, se deben a la falta de obra pastoral. Es cierto, la iglesia no dispone de fieles guías y pastores. Los ministros debieran trabajar fervientemente por los jóvenes que no se han entregado a Cristo y también por otros que son irreligiosos y no son cristianos aunque sus nombres estén en el registro de la iglesia. Pero aunque los ministros hagan su obra fielmente y bien, representará muy poco si los padres descuidan su obra.

 

Cuando os sintáis tentados a hablar palabras duras, orad por la gracia para resistir la tentación. Recordad que vuestros hijos hablarán así como os oyen hablar. Los estáis educando por vuestro ejemplo. Recordad que si habláis palabras ásperas a otros miembros de iglesia, hablaríais la misma clase de palabras en el cielo, si se os permitiera entrar en él .

 

CAPÍTULO 82. La Hora es Tardía

 

Ahora es nuestro momento y oportunidad de trabajar por la juventud. Decidles que estamos ahora en una crisis peligrosa y necesitamos saber discernir la verdadera piedad. Nuestra juventud necesita ser ayudada, levantada y alentada, pero de la manera debida; no, por ejemplo, como ella lo querría, sino de la manera que le ayude a tener mentes santificadas. Necesitan religión buena y santificadora más que cualquier otra cosa

 

La obra especial de los padres es hacer que las leyes de Dios sean claras para sus hijos e instarles para que las obedezcan, a fin de que vean la importancia de obedecer a Dios todos los días de su vida.

 

Los padres adventistas del séptimo día deben comprender más plenamente sus responsabilidades como edificadores del carácter. Dios les ofrece el privilegio de fortalecer su causa por la consagración y las labores de sus hijos. Desea ver reunida en los hogares de nuestro pueblo a una gran compañía de jóvenes que, a causa de las influencias piadosas de sus padres, le hayan entregado su corazón, y salgan a prestar el más alto servicio de sus vidas.

 

CAPÍTULO 83. Las Recompensas

 

Recuerden los padres y los hijos que día tras día están formando un carácter, y que los rasgos de ese carácter se imprimen en los libros del cielo. Dios dibuja lo que son sus hijos, tan ciertamente como un artista dibuja los rasgos de hombres y mujeres transfiriéndolos al lienzo.

 

La maldición de Dios descansará seguramente sobre los padres infieles. No sólo están ellos plantando espinas que los habrán de herir aquí, sino que deberán arrostrar su propia responsabilidad cuando se abra el juicio. Muchos hijos se levantarán en el juicio y condenarán a sus padres, porque no los reprendieron, y los harán responsables de su destrucción.

 

Los justos vivos son mudados "en un momento, en un abrir de ojo". A la voz de Dios fueron glorificados; ahora son hechos inmortales, y juntamente con los santos resucitados son arrebatados para recibir a Cristo su Señor en los aires. Los ángeles "juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro". Santos ángeles llevan niñitos a los brazos de sus madres.

 

Para nosotros el cielo vale cualquier precio. En este asunto, no debemos correr ningún riesgo. Aquí no debemos aventurarnos. Debemos saber que nuestros casos son ordenados por el Señor. Dios nos ayude en la gran obra de triunfar. El tiene coronas para los vencedores. Tiene mantos blancos para los justos. Tiene un eterno mundo de gloria para los que busquen gloria, honra e inmortalidad.

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